lunes, 21 de abril de 2014

Los rumbos de Rumbau, por Víctor Molina



Reproducimos aquí el texto que Víctor Molina leyó en la presentación del libro de Rutas de Polichinela en el Obrador del Poble Nou de la Sala Beckett. Lo reproducimos no sólo porque varios de los asistentes lo han solicitado, dado el interés que despertó, sino también porque ofrece una visión particular, nueva y, para el autor de este blog, sumamente interesante del libro, dando pistas para varias posibles distintas lecturas del mismo. Una sustanciosa aportación a este blog que complementa, desde otra perspectiva, el trabajo realizado durante estos años.

Víctor Molina durante la presentación del libro
Antes que otra cosa me gustaría agradecer a Toni que se animara a escribir este libro, uno de los más espléndidos regalos que nos ha ofrecido en los últimos años. Y quisiera agradecer también –por supuesto- el ser convidado a decir dos o tres cosas básicas (quizás elípticas o generales) sobre sus Rutas de Polichinela, o sobre alguno de los muchos aspectos que contiene ese libro, del que me declaro un incondicional.

Lo primero que quisiera resaltar de este texto es el universo doble al que alude su título: el de Polichinela por un lado, y el de Europa (o algunas ciudades de Europa) por el otro. Son dos nociones unidas aquí en el horizonte que evoca el término « Rutas ». En este libro, el personaje central se identifica en y con el ejercicio de las rutas. Es un personaje inquieto y esencialmente errante. Pero lo mismo pasa con Europa, que se nos presenta en este libro no sólo como el espacio de los caminos de Polichinela, sino que ella misma (Europa) aparece en medio de un viaje, y siendo a la vez el resultado de diferentes rutas ya realizadas.

Ruta es un término que etimológicamente es idéntico a robo. Ambos son participios del verbo rapere, que significa «llevar». La ruta y el robo son cosas unidas no sólo en las fábulas de aventuras, sino también en la mitología griega, pues Hermes, el dios de las rutas, el dios transitivo por excelencia, el dios que inspira a todo tipo de hermeneutas, siempre misterioso, y siempre en estrecha relación con Dionisos, es al mismo tiempo el dios ladrón, el dios del robo. Por eso no debe sorprendernos que, tras la lectura de este libro, sólo podamos percibir a Polichinela como un personaje que vaga y que roba; con una personalidad vagabunda y siempre hurtándose la propia identidad y partes de la identidad de otros.

Gustavo Hernández, Toni Rumbau y Víctor Molina,
en la presentación del libro..
 Todos sabemos que sigue existiendo un gran número de personas para quienes Polichinela no es sino un tipo de pelele infantil, algo simpáticamente insumiso y desobediente, pero esencialmente inocuo. Y sabemos igualmente que, con toda probabilidad se trata, en estos casos, de gente que de Polichinela sólo conoce el nombre y algunas de sus vaporosas sombras académicas o sociales. En cambio, considerado como mito, y como un ser polimórfico, Polichinela no sólo se nos va de las manos, como el agua o la arena, sino que de pronto, nos percatamos que es él quien, de alguna manera, tiene en sus manos parte de la identidad que creemos nuestra, parte de nuestra identidad personal o de la identidad colectiva que creemos propia. Después de muchos encuentros, algunos de los cuales se nos relatan en estas páginas,

Toni llegó a considerar un día que como Polichinela era un personaje ontológicamente promiscuo y múltiple, le tocaba a él ir a recorrer el mundo a fin de ubicar sus trazos y confrontar su polimorfismo. Y el resultado es este libro (que adivinamos el inicio de una aventura por continuar).

Rutas de Polichinela no sólo trata de las rutas físicas de su personaje, sino también de sus rutas temporales. Es un libro de metamorfosis. Da cuenta de las rutas formales que Polichinela lleva a cabo en Múnich o en Lübeck, en Lisboa o Copenhague, en Londres o en París, en Praga o en Madrid..., etcétera, pero también da cuenta de resonancias esenciales en sus diversos caminos. Las rutas de las que aquí se nos habla son parciales y particulares, pero también arquetípicas y de matriz. Y eso es así porque Rumbau no deja de estimar que Polichinela es un mito. Y -como tal- un personaje real y también simbólico.

Por otro lado, la relación existente entre cada una de las ciudades que Toni visita y las características que en ellas adquiere Polichinela, está lejos de la lógica romántica que creyó percibir una caractereología particular e intransferible para cada país y para cada clima. En todo caso, su ejercicio perceptivo resulta más próximo al de Slavoj Zizek cuando éste observa la correspondencia de un mismo espíritu -en forma pragmática en los británicos, en forma analítica en los alemanes, y de manera política en los franceses- con la morfología y la practicidad de las respectivas tasas de waters que cada uno de esos países tiene. Así sucede con la relación de las ciudades europeas con sus respectivos Polichinelas. Para Rumbau esas relaciones permiten alcanzar tonos distintos (a veces de irracionalidad analítica, a veces de confrontación política, a veces con un humor barroco, o incluso huraño) del mismo espíritu irredento de Polichinela. Porque –como todo mito- el de Polichinela deja ver también en sus particularidades los trazos invariantes y anacrónicos que lo alimentan, trazos que parecen provenir de su propia arcaicidad. No sé si Toni conoce un estudio de Ernest Jones sobre la naturaleza moderna del símbolo. No hemos hablado sobre ello, y es un texto que él no refiere en su libro. Pero al releer su libro para esta ocasión, recordé aquel estudio de Jones, un discípulo y propagador británico de las doctrinas de Freud; un erudito que reflexionó sobre los aspectos simbólicos de los mitos modernos. En su estudio, Jones considera que el símbolo principal en la era moderna es precisamente el que encarna Polichinela. Casi de la misma manera en que lo hace Toni, Jones identifica igualmente a este personaje como un proteico estilete de la existencia. Ernest Jones recuerda que Polichinela parece haber hecho su aparición en Inglaterra con la Restauración, pero reconoce que su historia y las diversas figuras en las que se ha ido encarnado a lo ancho del mundo han tenido historias previas y paralelas. Y observa que en Inglaterra Polichinela robó y asimiló algunas de las características del clown Inglés y de Jack Pudding (un personaje equivalente al francés Jean Pottage), del mismo modo que en Alemania se alimentó de Hanswurst y se encarnó en Karspern, y que en los países del Este adquirió los rasgos de Karagheus. Y siguiendo a los estudiosos, Jones entiende también que aunque el prototipo de todos los polichinelli modernos es el pulecenella napolitano con orígenes renacentistas, puede sin embargo considerarse entre sus ancestros a Maccus, el criado cerril de esas sátiras romanas llamadas Atelanas. Ciertamente la iconografía del Maccus satírico de aquella época revela un notorio parecido a la figura moderna de Polichinela.

Kasperl. Stadtmuseum de Munich.
Pero como Jones es un diligente psicoanalista freudiano, lo que le parece de un interés más singular de ese símbolo es que, a pesar de reconocer que el atributo de comicidad de Polichinela va siempre en más de una dirección, la idea de que Polichinela es también la antropomorfización del órgano masculino en carácter grotesco y cómico le resulta evidente. Sus características físicas le parecen concordar con esa interpretación: la nariz marcadamente aguileña, la prominente barbilla en forma de luna egipcia o turca, la proyección de una aguda joroba en la espalda, el estómago prominente y su un gorro libertario, un gorro frigio y puntiagudo.

Lo mismo piensa otro psicoanalista célebre, Jacques Lacan. Para Lacan, Polichinela es una encarnación simbólica del Sátiro, del Demonio y hasta del mismísimo Dionisos. Y para Lacan nada en Polichinela resulta inocente. Mucho menos los juegos verbales que cree reconocer en el núcleo del nombre Polichinela, que considera una red semántica extendida como una trampa, con el objeto de poder hacer caer en ella todo tipo de lapsos fálico-satíricos. Por eso a Lacan le resulta natural que en Inglaterra Polichinela se hubiera “apropiado” del término Punch, que significa punzón, una herramienta destinada principalmente a troquelar y a perforar; un término también unido a la experiencia de las palizas, que son esenciales para este personaje. Y en su interés por confirmar esa red semántica de lapsus posibles, Lacan elabora todo un repertorio de homofonías que orientan su conjetura en ese sentido: Polecenella, que en napolitano significa pavo pequeño, y que ocasionalmente se emplea para hablar sobre el pene, lo mismo que pulls, que significa pollito, o que punchinelo, que es daga, forman parte de esa extensa lista.

Polichinelle. Finales del s.XVIII.
Desde luego no es ese el sentido que le confiere Rumbau a Polichinela. Pero tampoco sitúa el carácter esencial de Polichinela lejos del mundo satírico.

Este libro trata también de Europa. Pero la Europa de las que nos habla Rumbau no es menos plural que el personaje. No sólo porque ella va cambiando a lo largo de su devenir histórico. Sino porque identitariamente aparece aquí en una encrucijada ontológica. Por un lado muestra ser el producto secular, la capital espiritual y cultural que viene de lejos y que ha pasado por historias cuyas huellas aún son perceptibles (aquí encontramos efectivamente referencias a parte de ese inagotable legado, se nos habla del barroco, de las guerras mundiales que han nacido en este continente, del comunismo y de sus secuelas, de la antigua presencia del mundo judío y del mundo griego, de lo más contemporáneo y de lo más antiguo de Europa) pero al mismo tiempo, Europa también aparece aún como un ente indefinido.

Como si todo lo que tuviera que ver con la identidad de Europa, tuviera que ver también con su alteridad. Por eso no nos resulta extraño que Rumbau incluya como parte de Europa a Turquía, y que considere también parte de Europa a Egipto. Y adivinamos que habrá de incluir igualmente a Rusia en las rutas de Polichinela que aún nos debe. Europa, para Rumbau, está por tanto anclado en el Oriente. Aunque eso no es una mera ocurrencia sin fundamento. Todos sabemos que Europa fue constituida en sus orígenes -míticos e históricos- como un extremo de Asia. De hecho, tanto la historia europea como su propia figura geográfica parecen impulsarla hacia afuera de Asia, pero aún anclada en ella. Por ese motivo Paul Valéry definió a Europa como un cabo occidental de Asia. Aunque cabo para Valéry tiene el sentido de forma geográfica, y el de la partícula verbal que indica una direccionalidad (Valéry piensa en francés donde cap, igual que en catalán, señala la forma saliente de un cuerpo, como en geografía, y muestra también un impulso direccional). Y por ese mismo motivo Jacques Derrida titularía más tarde su reflexión sobre Europa El otro cabo, diseccionando en su libro el sentido múltiple del término “cap”, en el que incluye también su sentido marítimo, se precisión geográfica, su sentido de autoridad, y sus sentidos de rumbo y de destino.

Pulcinella, de Bruno Leone. Museo del TOPIC de Tolosa
Eso mismo hace Toni Rumbau sin recurrir al término cap. En él, Europa es también una serie de rutas. Un proceso de circunvalación exógena, una vía rizomática de desvíos varios. Toni Rumbau es titiritero. Y por ese motivo, aunque también por un peculiar ADN de su sensibilidad cultural, ha mantenido una estrecha relación con los viajes. Que la vida es un viaje es ya un lugar común. Y que la vida de todos podría estar identificada con la metáfora de ese viaje, también lo es. Pero en algunas personas, y Toni entre ellas, esa metáfora es activamente encarnada. Aunque, de hecho, más que viajero, yo diría que Rumbau es nómada. Nos hace creer que reside en Barcelona. Y sabemos que -en ese afán suyo- aparece ante nuestros ojos incluso como un ciudadano muy comprometido. Pero no debemos caer en ese engaño. Todo el que está -o ha estado- cerca suyo sabe que aunque se encuentre aquí, hay algo de él que siempre está por otras partes. Es un nómada irredento. Es más, haría la precisión de que más que ser nómada deberíamos decir en su caso que está en nomadismo. Igual que Polichinela. Entiendo que esa fórmula sea un poco chocante, principalmente por tautológica y hasta incorrecta, pero me parece más ajustada a él y pone de manifiesto una de sus características que encontramos también central en su libro, una característica que tiene que ver con la diferencia entre el verbo ser y el verbo estar. Los filólogos han subrayado que el verbo ser viene de sedere, es decir, de sentarse o asentarse, mientras que el verbo estar viene de stare, es decir, de sentirse o asentirse (por tanto, de experimentarse y de confirmarse). Y Rumbau se ha sentido nómada con los títeres y se ha confirmado nómada en sus viajes.

Y en este libro ha reunido las dos pasiones. Y lo hace de manera decidida. Con el mismo carácter que etimológicamente anida en su apellido. Un apellido de origen germánico (originalmente Raginbald), compuesto de ragin « opinión », y bald « atrevido ». Es sin duda un libro vigoroso, lleno de entusiasmo, generosidad y saber. Uno de los mejores regalos que nos ha dado.

Víctor Molina

Barcelona,14 de abril del 2014

jueves, 17 de abril de 2014

Buena asistencia y magníficos parlamentos en la presentación del libro Rutas de Polichinela


La parada de libros. (foto de Martine Lucas)

Permita el lector de este blog que la redacción del mismo se vista hoy de crónica social tras la presentación que tuvo lugar el pasado lunes 14 de abril de 2014 (un magnífico capicúa que coincidía además con el día de la proclamación de la II República Española de 1931). El evento tuvo lugar en las nuevas dependencias del Poble Nou de la Sala Beckett, concretamente en una de sus grandes salas de ensayo, transformada por arte de magia –y de la escenografía– en un bar antiguo de barrio, con un gran panel que separaba en dos el espacio para acoger al público y a los ponentes de la presentación.


Toni Casares presenta el acto.

Arola Editors, responsable de la publicación de las dos versiones presentadas (en catalán y en castellano), puso su tenderete con los libros muy bien expuestos, como puede verse en la fotografía, los cuales se vendieron a un precio edulcorado a modo de anticipación de los descuentos propios del día de San Jordi.
Gustavo Hernández, Toni Rumbau y Víctor Molina (de izq. a derec.)
Pep Jové y Martine Lucas, responsables del bar de la Sala Beckett, ocuparon sus puestos de combate tras la barra para servir cervezas y vino a los asistentes, que fueron llegando a un buen ritmo y según la hora convenida. Eso permitió que el acto empezara sólo media hora más tarde de lo anunciado, lo cual es un éxito de puntualidad en este tipo de eventos. 

Gustavo Hernández y Toni Rumbau.
Toni Casares, director del teatro, hizo gala de sus dotes de amable anfitrión mostrando las diferentes estancias de lo que será el futuro teatro a los que llegaron primero, para luego, una vez ya sentado el público, proceder a introducir el acto. 

Algunos de los asistentes.
Sus palabras, laudatorias y con la viveza de la espontaneidad inspirada, fueron el pistoletazo de partida para los que tenían que hablar: el escritor colombiano residente en Tarragona Gustavo Hernández, que habló en nombre de los editores, al hallarse estos imposibilitados de venir por razones de peso, y el filósofo y dramaturgo Víctor Molina, encargado de hablar de la obra en sí.

Jesús Atienza y Anastasi Rinos, con sus cámaras, concentrados.
Gustavo Hernández contó detalles de la peculiar idiosincrasia de los editores, capaces de publicar obras como las de Toni Rumbau, de naturaleza más bien heterodoxa como es bien sabido, o las propias del hablador, no menos singulares.  Contó luego cómo, al coincidir su persona con la del corrector que se encargó de poner coherencia al castellano de la obra que se presentaba, tuvo la oportunidad de sufrir y de gozar de la misma, aunque pesó más lo segundo que lo primero, según precisó. 

Víictor Molina durante su parlamento.
Víctor Molina intervino entonces para poner la presentación a su velocidad de crucero, que situó sin embargo a una altura que sorprendió y encandiló al público: acostumbrado éste a considerar las presentaciones como actos sociales de naturaleza más bien ligera, escuchar de pronto palabras que decían algo además de sonar, hizo que todo el mundo afinara los oídos para atender con ganas. Víctor habló del significado de Rutas, de la peculiar concepción de Europa que el libro propone, muy abierta especialmente al Este, y del carácter mítico del personaje, cuya profundidad ha sido destacada y reconocida por los grandes autores. Sus palabras tuvieron además la virtud de despertar las ganas de participar de los asistentes, que dirigieron a los dos habladores y al mismo autor varias preguntas, todas ellas de gran pertinencia. 

Tres asistentes: Octavi Rumbau, Pilar Gálvez y Rafael Metlikovec.
El acto acabó tras la hora larga de charla y parlamentos, pasando todos al esperado momento del llamado “vino español”, que en este caso fue catalanizado no sólo por la procedencia del vino, sino por el picoteo: una miscelánea de frutos secos que los catalanes llamamos “postre de músic”.  Las conversaciones se atomizaron entre los que comían y bebían en pequeños grupos, el autor firmó los ejemplares comprados, y una satisfacción que alcanzó sus buenos enteros se extendió por la sala. 

Pol y Víctor Molina tras la presentación
Cuando Pep José y Martine Lucas cerraron por fin la puerta de la nueva Beckett del Poble Nou, la sensación de haber pasado una velada agradable, socialmente rica e intelectualmente fecunda quedó flotando en la inspiradora sala de ensayos, convertida para la ocasión en bar y en salón de actos. Habrá que escribir más libros, pensó el autor, aunque sólo sea para que haya más presentaciones…

Dietrich Grosse, Mary y Peter.
Octavi Rumbau con Francesc Bofill

(todas las fotos de esta entrada menos la primera son de Rebecca Simpson)
    






miércoles, 9 de abril de 2014

Presentación en Barcelona del libro "Rutas de Polichinela. Títeres y Ciudades de Europa"

Tras las presentaciones realizadas en Tolosa, Alicante y Mollet del Vallès, ha llegado la hora de presentar en Barcelona el libro fruto del trabajo que este blog documenta: "Rutas de Polichinela. Títeres y Ciudades de Europa". Es el momento adecuado porque en marzo salió también la versión catalana del mismo. Y como suele ser habitual en el autor, la presentación se hará el próximo lunes 14 de abril, a las 20h, en la nueva sede de la Sala Beckett del Poble Nou, en la calle Batista, nº 15 (Barcelona 08005 - tel: 93 284 53 12. Ver ubicación en el mapa aquí). Una presentación en cuyo final habrá copeo y pica-pica.

Presentará el acto Toni Casares, director de la Sala Beckett, y hablarán sobre la obra Alfred Arola, editor, Víctor Molina y el mismo autor.

Por cierto, que el libro ya está a la venta en librerías y en Amazon (ver aquí).

Como el lector de este blog ya sabe, "Rutas de Polichinela" es un libro de viajes y de títeres, escrito durante los últimos tres años, que nos introduce en un mundo fascinante, el de los títeres populares de las familias polichinescas que habitan o han habitado en las principales ciudades de Europa. El resultado es un libro de viajes en el que, con la excusa de los títeres, se nos desvelan no pocas dimensiones ocultas de cada una de las ciudades visitadas: Lisboa, Nápoles, Palermo, Venecia, Praga, Copenhague, Bucarest ..., ciudades que aparecen "desdobladas", como dice el autor, por estos mitos pequeños, humildes y callejeros pero bien arraigados en los tejidos de las ciudades que los acogen.

Entrada de la exposición de Tolosa.
El libro ha ido acompañado de una exposición presentada con el mismo nombre por el TOPIC de Tolosa, que también ha colaborado en la edición castellana de la obra. La exposición se ha podido ver de octubre de 2013 hasta marzo de 2014. (ver artículo en Titeresante aquí).

Quién quiera seguir los procesos de recopilación de datos y el recorrido de los viajes, no tiene más que adentrarse en el laberinto de las páginas de este blog. Para los interesados en algún personaje o ciudad determinada, sólo tienen  que buscarlo en la exhaustiva lista de Etiquetas.

domingo, 6 de abril de 2014

Guignol en Barcelona


Dentro del programa Títeres y Ciudades en la Ciudad del Born, han actuado este sábado 5 de abril, a las 18h, y domingo 6, a las 12:30, el Teatro Municipal de Guignol de la ciudad francesa de Lyon. A cargo de la compañía Les Zonzons y bajo la dirección de Filip Auchère, y gracias a la colaboración del Institut Français de Barcelone, el público pudo ver un magnífico espectáculo en el que los tres actores-titiriteros de los Zonzons dan la vuelta al personaje y lo presentan de un modo fresco, actual y muy divertido. Aunque el espectáculo ha sido en francés, el público pudo seguir muy bien la función, de una gran agilidad visual.
Filip Auchère y el retablo giratorio.
Guignol es un personaje creado en el año 1808 en la ciudad de Lyon por Laurent Mourguet, un dentista ambulante que utilizaba los títeres para distraer a los pacientes y poderles arrancar así las muelas no sin poco susto. Un personaje imaginativo y emprendedor, Mourguet, que pronto dejó las herramientas de saca-muelas y pasó a dedicarse a los títeres. Primero en solitario y con Polichinelle, el héroe francés del teatro de títeres popular por antonomasia (al menos hasta el siglo XIX).

Madelon y Guignol.
Más tarde se incorporó a su compañía un conocido animador público, Lambert Grégoire Ladré, más conocido como Le Père Thomas, violinista, buen bebedor y provisto de un humor cáustico y eficaz. Formaron los dos una pareja de gran capacidad improvisadora y no tardaron en dejar de lado al viejo Polichinelle, que no ligaba con el nuevo humor que tan bien conectaba con el público. Fue el inicio del abandono que el personaje de Polichinelle sufrió durante el siglo XIX, substituido por el recién nacido Guignol, que no tardaría en ocupar su lugar en los escenarios de los teatros de títeres de Francia. Pero no nos avancemos y sigamos con la historia de Laurent Mourguet.

Filip Auchère y Gnafron.
La asociación con el violinista no duró demasiado: su amor por el vino y su carácter errático lo alejan de la disciplina titiritera de los horarios fijos. Pero Mourguet tuvo la feliz idea de substituirlo por un títere: ya que el Père Thomas no podía estar en persona, estará su doble de madera. Lo llamará Gnafron. Bebedor, jocoso y cáustico comentador de la actualidad, su estado etílico le permite soltar las  verdades que el público quiere oir.

El propietario.
Se instaló Mourguet en 1804 en el Jardín du Petit Tivoli, cerca del nuevo barrio de Brotteaux —hoy en el centro de la ciudad, al norte de la Estación Part-Dieux—. Más tarde, abrió un teatrillo en los bajos de su casa de la Rue Lainerie, en 1805. Convertido ya en un profesional, trabajó unos años en el Belén Brunet —Crèche Brunet—, dónde por Navidad se representaban con marionetas de hilo y de varilla las típicas  historias de ángeles, diablos y pastores. Allí conoció a un personaje muy popular entre los niños, el Père Coquard, de un humor vivo y amable —su marioneta se exhibe en el Musée Gadagne de Lyon.

Filip Auchère, Emma Utges y Gérald Gaudau con sus títeres respectivos.
Surge entonces en Mourguet la idea de tallar otro personaje capaz de dar la réplica a Gnafron y, sobre todo, de conectar con el público desde una postura viva, jocosa pero a su vez naíf e inocente. Se dice que la talla del títere la hizo Mourguet inspirándose en sus propios rasgos, de modo que bien puede decirse que se dobló en Guignol, celoso quizás del protagonismo que había adquirido Gnafron. Los dos personajes se completaban a la perfección: Guignol como representación del nuevo espíritu crítico ciudadano, aunque siempre en positivo, respetuoso con la ley, a la que teme, y provisto de una acusada sensibilidad social; Gnafron, inclinado a la bebida, sería su alter ego, capaz de soltar las verdades y de cantar las cuarenta a las figuras públicas del momento.

Guignol y Gérald Gaudau.
Gnafron y Filip Auchère.
El lector encontrará más información sobre el personaje de Guignol y la supremacía que alcanzó en Francia, así cómo llegó a substituir a Polichinelle, en los capítulos sobre Lyon y París de mi libro “Rutas de Polichinela. Títeres y Ciudades de Europa”.

Filip con Imma Palomar, de Sevilla, Joan Gispert y Elena Mesa de la
Micro-Troupe Teatre, y la titiritera Núria Mestres.
Los Zonzons, en su actuación de Barcelona, presentaron uno de los argumentos clásicos del repertorio de Guignol: “El Deshaucio” (Le Déménagement), en el que el propietario del apartamento donde vive nuestro héroe le pide que debe mudarse, al no pagar desde hace meses el alquiler. Interviene Madelon, la mujer de Guignol, muy quejosa de su marido, y Gnafron, quién con sus tretas consigue liar al propietario y así recuperar el piso para que todo siga igual que antes.

El propietario.
Filip Auchère y el equipo de manipuladores compuesto por Emma Utges y Gérald Gaudau, han creado un original retablo que es réplica del armario que hay en el interior del apartamento de Guignol, una estructura que gira y muestra diferentes fachadas: una de ellas, la boca del retablo con profusión de ventanitas que se abren y se cierran en un simulacro de comedia de enredos en el que son los títeres los que entran y salen de las mismas. Cada manipulador está caracterizado como uno de los tres personajes principales –Guignol, Gnafron y Madelone–, de modo que actores y títeres interactúan en un juego constante de substituciones entre ellos.

Títeres históricos del Teatro Guignol de Lyon.
El resultado es una divertida obra de enredo y de disparates que se complace en desarrollar los arquetipos representados por los tres personajes principales.

Un gran acierto de la presentación en Barcelona ha sido traer consigo un panel con una cincuentena de los títeres históricos de la compañía –que pertenecen a la colección de títeres de la línea descendiente del mismo Laurent Mourguet, propiedad de la ciudad de Lyon–, que el público podía ver al principio de la obra y luego al final, cuando los actores-titiriteros invitaron a los espectadores a acercarse a los mismos para verlos de cerca. Una ocasión única de ver estas piezas de gran valor histórico, títeres todos ellos de talla de madera, que en contadas excepciones son expuestos al público.

Adjuntamos aquí algunas imágenes más de la colección de títeres históricos del Teatro Guignol de Lyon expuestas en la Sala Moragas del Born de Barcelona.