martes, 31 de mayo de 2011

De función en función por el Líbano

Tras un día de descanso, volvieron las funciones en Líbano. Primero en Jounieh, en un teatro dedicado a las programaciones infantiles de grandes montajes musicales, que por lo visto son bastante frecuentes en Líbano, y luego de nuevo en el Teatro Tournesol de Beirut, mientras por la mañana y luego por la tarde, impartía un taller sobre la relación entre sombras y títeres.


Imagen de un momento del taller realizado
en el Teatro Tournesol
Fue una buena ocasón para experimentar sobre la dualidad de estos dos lenguajes tan diferentes entre si. De entre las muchas manera de tratar el asunto, escogí la que, a mi modo de ver, excita y provoca más sugerencias y correspondencias simbólicas y técnicas: los títeres como el mundo exterior de lo objetivo, de lo medible, y las sombras como el mundo interior de la subjetividad, de lo que no se deja medir. Hubo una primera parte teórica en la que expuse mi punto de vista sobre el tema, y luego empezamos las improvisaciones.

Al ser las sombras un lenguaje tan rico en posibilidades y a la vez tan sugerente, ocurrió lo que suele ocurrir en estos casos: los participantes se dejaron atrapar por la magia de las sombras, de modo que salir de las mismas y jugar con las tres dimensiones visibles del espacio, resultó harto difícil. Pero era algo previsible y por ello subsanable. Creo que todo el mundo sacó provecho de la experiencia y algunos de los resultados finales fueron de muy buena calidad.

El edificio biblioteca de Jbaa.
Al día siguiente tocó actuar en la biblioteca de Jbaa, cerca de la ciudad de Sidón. Se encuentra esta aldea en la zona llamada “liberada” pues fue ocupada por los israelís hasta el año 2000. Muy cerca hay una montaña dónde hubo encarnizados combates y en la que ahora se levanta un Museo de la Resistencia, obra de Herzbolá, el movimiento que ha monopolizado la resistencia en los últimos años. Una inteligente maniobra de propaganda política y, a la vez, una forma de distanciarse de la guerra, lo que siempre es un sano ejercicio. Pensé que todo el mundo tiene derecho a levantar museos y a distanciarse de sus guerras, aunque éstas no estén terminadas. Al distanciarse de ellas, se efectúa un primer paso de racionalización que ojalá sirva para refrenar la irracionalidad del lenguaje bélico.

la sala de actuaciones de la biblioteca de Jbaa
Mientras montábamos en Jbaa, rodeados como estábamos por tantos signos evidentes de un conflicto que gusta estirarse en los años, pensé en cómo Líbano ha sido y sigue siendo una pequeña pero magnificada caja de resonancia dónde todos los conflictos de la región acaban repercutiendo.Y es que el Líbano sigue siendo una excepción que molesta mucho a todos los que quieren imponer soluciones reduccionistas y de homogeneidad. Que en un país coexistan tantas comunidades religiosas distintas, hablando todos la misma lengua, que es el árabe, es un insulto para las mentes simplistas que han optado por los estados confesionales. A Israel se le revuelven las entrañas pensar que en un país puedan vivir en igualdad de oportunidades todo el repertorio de las confesiones religiosas monoteístas. No digamos a Arabia Saudí, inmerso en un totalitarismo de corte medieval pero con unas fuerzas armadas de última generación, o al Irán confesional que ha optado por la teocracia. Estos intereses, aunque enfrentados, coinciden en un mismo objetivo: dividir el Líbano a base de enfrentar a las minorías entre si. Ya se consiguió durante la larga guerra civil libanesa, y en cualquier momento podrían volver a ello, pues las espadas siguen bien en alto.

Una imagen del Museo de la Resistencia
Por suerte cada vez hay más libaneses que optan por soluciones laicas y reniegan de la división confesional, aunque aun no son mayoría, sino una “nueva minoría” que busca también su sitio. ¿Conseguirán un día ganar la mayoría del país? Sin duda, pero no mientras los intereses regionales y de las grandes potencias sigan con sus políticas de guerra y de sometimiento de las minorías o de sus propias poblaciones. Aunque son tan fuertes los vientos de cambio que soplan en la región, que todo es posible en un futuro más próximo de lo que podamos imaginar.

jueves, 26 de mayo de 2011

Función en Trípoli. Semejanzas y diferencias entre Polichinela y Karagöz

(calle de los sastres del Zook de Trípoli)
(lire traduction au français de cet article ici)

Trípoli es la segunda ciudad del Líbano, situada al norte cerca de la frontera con Siria. Se encuentra ubicada en una península en medio de la cual se levanta una vieja fortaleza que mira al mar y que protege al viejo barrio que se desparrama cuesta abajo en una red de callejuelas que conforman el Zook o Zoco de la ciudad. Este viejo barrio guarda todavía el sabor antiguo de las medinas medievales, con sus agrupaciones gremiales, sus khans (los hostales con un patio interior que servían para acoger a los viajeros y a los comerciantes con sus animales de carga) y sus viejos cafés. El zoco de Trípoli es el más importante sin duda de los que se conservan aún en pie –el de Beirut fue completamente destruído por la guerra. También se conservan los de Tiro y Sidón, aunque son mucho más pequeños y modestos.

Actuamos en la Fundación Safadi, un impresionante edificio creado por este político local que representa a la comunidad suní de la zona. Además de la hermosa sala de actos que sirve también de teatro, con buenas prestaciones y de inmejorable acústica, el centro acoge a varios institutos extranjeros, como el mismo Cervantes o el British, para que puedan desarrollar allí sus actividades.

Paseando por el Zook con Karim Dakroub, después de haber comido en el restaurante-pastelería Hallab de Trípoli (la pastelería más famosa del mundo árabe, conocida por el primor de sus dulces y pasteles), charlamos sobre Karagöz y el teatro de sombras. Abordamos este tema ya muy tratado sobre las causas de que en el mundo musulmán otomano prevaleciera esta forma de teatro popular, mientras en la Europa cristiana lo hiciera el teatro de títeres con la figura predominante de Polichinela. Es decir, las tres dimensones de los muñecos que se ven en el espacio frente a las dos dimensiones de la pantalla plana de las sombras. El tema tiene que ver, por supuesto, con la cuestión religiosa: mientras la religión católica acepta el “dios encarnado”, que representa la figura de Jesús, el Islam prohibe cualquier objetivización de la divinidad, la cual es inmedible y jamás puede representarse bajo forma alguna objetiva. Sólo a través de la geometría y de la abstracción del lenguaje es posible acercarse a Dios. De alguna manera, el “dios encarnado” y por lo tanto “objetivable” del Cristianismo abre las puertas a la posibilidad de medir el mundo, de intervenir en la “encarnación divina”, lo que permite a la ciencia y a la tecnología ordenar el mundo y sus ciclos. El mundo musulmán, reacio a esta objetivización, a pesar del extraordinario desarrollo que hizo de la matemática y de otros saberes tras beber drectamente de las fuentes clásicas (especialmente en la época de los Abasides y en la España del Al Andalus, que tanto influyó en el despertar renacentista europeo), se encontró finalmente rezagado, sobretodo en la época otomana, para la “gran medición del mundo” que es en definitiva la ciencia y la tecnología, desarrollando a cambio en profundidad los aspectos interiores de la subjetividad (ese gran imán que desde siempre atrajo a los europeos hacia Oriente).

(en el viejo café del Zook)
Sentados en el majestuoso café de altas columnas de procedencia egipcia que hay en el Zook de Trípoli, y refiriéndome a la temática de mis Rutas de Polichinela, hablábamos Karim Dakroub, Rebecca Simpson y yo de cómo a la hora de expresar los nuevos aires de libertad y de individualización que flotaban por los cielos europeos a partir del Renacimiento, Polichinela surgió como un pequeño  mito popular capaz de desarrollar estos principios en la calle. En el mundo otomano, se optó por el personaje de Karagöz, representado por una sombra. Es decir, a través de una imagen subjetiva e interior, como es propio del teatro de sombras. Por un lado, voz chillona que sale fuera a través de la figura bien visible de Polichinela; por el otro lado, voz menos chillona, la de Karagöz, que sale de la figura escondida tras la pantalla y que se manifiesta sólo a través de su sombra. Mientras la rebeldía de uno sale a la calle y se expande  por las tres dimensiones del espacio, la rebeldía del otro habla de tú a tú con el público pero sin salir de la subjetividad de la sombra, de la luz interior –ejerciendo la pantalla de “espejo” de subjetividades–. Ello explica la libertad de los sombristas del Karagöz en poder criticar y satirizar directamente a las figuras visibles del poder sin miedo a perder la cabeza –aunque más de alguno sin duda la debió de perder… –: el respeto del Islam al mundo interior –a la subjetividad– es parejo al respeto hacia la inconmesurabilidad de Dios. De ahí también que el sombrista tenga por costumbre, al inicio de cada espectáculo, cantar unos salmos sufís, a modo de salvoconducto espiritual para indicar que se está entrando en una zona “sagrada”, dónde es posible hablar con la más amplia libertad –aunque no absoluta, pues por supuesto ni el Sultán ni el mismo Dios eran “tocables”.

Apuntaba Karim, entre sorbo y sorbo de café, que esa libertad de Karagöz es también la “libertad de los muertos”: según la leyenda, Karagöz y Hacivat son en realidad dos cómicos ajusticiados por el Sultán, los cuales, al ser requeridos por éste tras volver de su arrebato de ira, reaparecen convertidos en sombras gracias al ardid del visir de representarlos con dos siluetas proyectadas en una pantalla. Desde siempre que los muertos se han presentado a los humanos bajo forma de “sombras”. Y en la religión musulmana, la libertad máxima que por lo general no existe en la vida, sólo se alcanza en el paraíso, tras cruzar el umbral de la muerte. Censurar el teatro de sombras sería tanto como no respetar la “libertad de los muertos”, una blasfemia en cierto modo.

(entrada al Khan del Zook de Trípoli)
Esta dualidad entre sombras y títeres nos habla de lenguajes diferentes y de maneras también diferentes de encarar la vida, la sociedad y la política. La racionalidad objetivable que se halla inscrita en el Derecho Canónico (procedente del Romano) y que conformó la organización social europea, llevó a un cierto ordenamiento en la transferencia de los poderes (ordenamiento constantemente truncado y recompuesto, por supuesto) que Oriente no tuvo, al carecer de esta herramienta (la racionalidad de lo objetivable) para regular y medir los tiempos del poder. Si asociamos el Tiempo a Dios, objetivar a Dios es capacidad de medir el Tiempo, de fragmentarlo a través de la razón. Añadamos a toda esta reflexión el hecho de que el calendario islámico sea el lunar –irregular y desconcertante respecto al solar y al ritmo de las estaciones–.  Se entiende así que el modelo político dominante en la zona musulmana siga siendo el teocrático, en el que el poder asociado a la divinidad se oculta y se legitima en lo absoluto de lo inconmesurable, mientras respeta los espacios interiores de las casas y parcialmente de las personas. Y aunque muchas de las dictaduras no sean teocráticas, los dictadores encuentran su legitimitad en este patrón (paternalista y patriarcal, motivo por el que somete a las mujeres a obediencia) del Dios absoluto e inconmesurable.

Claro que la disposición al “tiempo subjetivo” que tiene Oriente más su profunda capacidad para la abstracción, encuentra en las actuales matemáticas de la complejidad y del caos una sincronía que en cierta forma empieza a dar sus resultados. No en vano es ahora, en plena y súbita emergencia de la complejidad a escala mundial, cuando este modelo teocrático de las dictaduras empieza a resquebrajarse. No porque haya cambios en el modelo religioso –el Islam sigue siendo lo que es, con sus muchas diferencias interiores, por supuesto–, sino por el cansancio de las poblaciones que empiezan a estar hartas de “tanta libertad interior” para tan poca en lo exterior. Hoy el mundo, con sus múltplies revoluciones sociales y tecnocientíficas, está entrando en un estado de multidimensionalidad que hace que las personas sensibles a los tiempos actuales requieran espacios más amplios y complejos en los que vivir. Y los vientos que soplan son tan fuertes, que las necesidades y los movimientos de los pueblos se están llevando a los dictadores uno tras otro. Un proceso, desde luego, que se prevé tan largo y tortuoso como sangriento y doloroso está siendo.

En el taller que haré el próximo sábado en el Teatro Tournesol de Beirut vamos a tratar los dos lenguajes juntos: títeres y sombras. El mundo exterior de tres dimensiones combinado con el mundo interior de las sombras. Es decir, añadir a las tres dimensiones de los títeres y de los objetos, la dimensión interior subjetiva del mundo de las sombras. Eso es tanto como pretender cuadrar el círculo, pues la objetivización racional de lo mesurable en tres dimensiones para nada acepta la subjetividad, es decir, una nueva dimensión interior que no se deja medir de un modo claro y regular. Sin embargo, y cómo ya he visto en otros talleres realizados, la tentación a quedarse dentro de las sombras será grande, pues cuando uno descubre esos espacios interiores del teatro de sombras, suele regodearse en ellos, hipnotizado por sus metamorfosis mórficas. Creo que estas reflexiones desarrolladas con Karim Dakroub pueden ser útiles para salir de lo subjetivo y entrar en la previsibilidad figurativa de los objetos, y viceversa. Así al menos lo pensamos ambos, al salir del café y cruzar el laberinto del Zook para dirigirnos al teatro dónde en dos horas teníamos nuestra cita con el público de Trípoli.


(Edificio de la Fundación Safidi)


martes, 24 de mayo de 2011

De ruta con el El Caravan Festival. Akhwat Shanay, un bufón polichinesco en las montañas del Líbano

(Théâtre Tournesol - Theatre Sunflower)

Se inició la gira del Caravan Festival con una actuación en el Théâtre Tournesol de Beirut, un magnífico teatro que comparte la Asociación El Khayal de Karim Dakroub y el equipo Shams, de Hanan Hajj ali y Roger Assaf, con una capacidad para unas trescientas personas y que programa con regularidad teatro contemporáneo y también espectáculos de títeres. A la función asistió el embajador de España Juan Carlos Gafo así como otros invitados especiales.

El Festival Caravan que organiza El Khayal es un interesante proyecto empeñado en programar teatro a los municipios alejados de la capital y en los que no suele haber programación alguna de teatro. Se actúa en bibliotecas, escuelas u otras dependencias municipales. La idea es romper, por un lado, los aislamientos territoriales que la división confesional del Líbano impone y, por el otro lado, implicar a los municipios en actividades culturales de pago.

(Centro Cultural del Patriarca Sfeir)

Anteayer, por ejemplo, actué en Raifoun, un pueblo situado en una de las laderas que miran Beirut, concretamente en el Centro Cultural del Patriarca Sfeir. Se llama así porque en el mismo lugar dónde se levanta este hermoso edificio construído a la manera de las casas tradicionales libanesas, se encontraba la casa natal del Patriarca maronita Sfeir. El lugar reúne una hermosa biblioteca de espectacular vista, una sala de actos de usos polivalentes (dónde actué ante un público atentísimo) y el dispensario que Cáritas tiene en la planta baja. La función fue a las ocho, buscando la oscuridad que el espectáculo necesita.

Ayer la función fue en la localidad de Btekhnay, en una hermosa ubicación bastante más intrincada de las mismas montañas que rodean la capital. Una zona de mayoría drusa. De hecho, la función se realizó en el Centro Social de Btekhnay, un local dónde esta comunidad suele desarrollar sus actos colectivos, como bodas, fiestas, aniversarios y otros acontecimientos sociales. La sala se llenó de niños y aunque no había la oscuridad requerida, el público participó con  extraordinario entusiasmo.

Por cierto, al salir del local, nos encontramos frente a una estatua que nos ha llamado la atención. La figura mostraba un rostro cómico, con un sombrero divertido y una posición especial de la mano. Uno diría encontrarse ante algún comediante o bufón. Karim Dakroub, quién nos acompañaba en esta ocasión, confirmó nuestras sospechas: se trata del famoso actor Nabih Abou El Hesn fallecido recientemente, nacido en Btekhnay y conocido sobretodo por encarnar al personaje de Akhwat Shanay, una especie de “loco sabio” al que le estaba permitido decir lo que le pasaba por la cabeza. Una especie de Polichinela o de Karakoz surgido de una leyenda local referida al emir Bashir de la histórica localida de Beitedine. Dice la leyenda que ante el dilema de llevar agua de una zona baja a una alta, el único que encontró la solución, curiosa pero efectiva, fue el loco Akhwat Shanay: poner un hombre con un cubo cada medio metro desde dónde estaba el agua estaba hasta dónde ésta debía llegar. El emir quedó tan impresionado por la idea del ocurrente loco, que desde entonces no hubo problema que no se le consultara a Akhwat. Así se extendió su fama, convirtiéndose en un personaje popular que muchos actores encarnaron para clamar, desde la libertad del bufón, sus opiniones críticas y sátiras políticas desde el escenario.


Esculturas de Akhwat Shanay, el poeta Bustany, el Emir Bashir Shihab II i Ibrahim Pasha de Egipto en el Museo de Cera de Biblos.


Con el agradable sabor de haber encontrado a este pariente lejano de Polichinela encarnado en una estatua perdida por las montañas del Líbano, regresamos a Beirut más contentos que unas pascuas.


Hoy, las Rutas de Polichinela a través del Líbano y de su Festival Caravan nos han llevado a Tibnine, un pueblo del sur situado a muy pocos kilómetros de la frontera con Palestina. Hemos actuado en la biblioteca del lugar, que también cumple funciones de sala de actos. Luego hemos visitado el castillo de Tibnine, que se halla en lo alto del cerro alrededor del cual se extiende la aldea. Se trata de un hermoso e impresionante castillo medieval construído por los cruzados en 1105, concretamente por el príncipe de Galilea Hugo de Santo Omer, gobernador de Tiberias, como punto de apoyo mientras sitiaba Tiro. Desde las terrazas de lo que se conserva del castillo, se puede contemplar una excelente panorámica de la región, con las colinas de Israel al fondo.

(Castillo de Tibnine - foto de Rebecca Simpson)

De regreso a Beirut, hemos recalado en Tiro para visitar las impresionantes ruinas romanas de la ciudad. Una maravilla bajo un sol de justicia que ha rematado una jornada emocionante de visitas y trabajo.



viernes, 20 de mayo de 2011

Llegada a Beirut

Después de la provechosa estancia en Estambul, hemos llegado finalmente a Beirut. Nos esperan intensos días de actuaciones en distintas localidades del país: diez funciones en total, incluyendo la que se hará en el sur en colaboración con la base española de la FINUL que se encuentra en el Líbano.

La fotografía adjunta muestra el cartel del Festival Caravan que organiza Karim Dakroub y su organización Khayal, con la colaboración de la Embajada de España en Líbano. Funciones que se harán en el teatro Le Tournesol de Beirut y en varias poblaciones del norte y del sur.

Charlando con Karim Dakroub, nos dimos cuenta de que justo este mes de mayo se cumplen veinte años de habernos conocido. Fue en la ciudad de Arkhangelsk, en el norte de Rusia, en el mismísimo Círculo Polar Ártico. Allí participé en un festival de marionetas al que acudió también Karim, entonces estudiante de teatro de títeres en San Petersburgo. Era mayo de 1991, un mes antes de que cayera Gorbachov. La guerra del Líbano llegaba a su fin. Y la de Yugoslavia estaba a punto de empezar. Allí en Arkhangels, surgió por primera vez la posibilidad de que en Beirut se realizara un festival de marionetas. Decía Karim: "Cuando acabe la guerra y regrese a mi país, voy a organizar un festival y te invitaré con tu espectáculo". Así se hizo. Veinte años después, continuamos con nuestras charlas y proyectos de futuro...

(Karim Dakroub i Toni Rumbau. Foto hecha por Rebecca Simpson)

miércoles, 18 de mayo de 2011

En el Gran Bazar

(Rebecca Simpson, Toni Rumbau y Gürsel Bulut)

Cuando se está en Estambul, hay que visitar el Gran Bazar. No es que sea una obligación, pero es que la atracción de este viejo mercado que tiene más de 5.000 tiendas y 27.000 personas trabajando en él, es irresistible para los viajeros. Si además conoces a alguno de los comerciantes que tiene allí su negocio, entonces la obligación se convierte en uno de los placeres más saboreados de Estambul.

Conozco a Gürsel Bulut desde hace ya varios años. me lo presentó Pablo Martín Asuero, quién fue director del Instituto Cervantes de Estambul y actualmente está al frente del de Damasco. Gran fumador de narguilé, me llevó Pablo a uno de los cafés más emblemáticos de la zona del bazar y allí me presentó a Gürsel. Juntos compartimos un par de pipas, y más tarde visité la tienda de lámparas que entonces tenía cerca de Topkapi. Actualmente se ha trasladado al centro mismo del Gran Bazar. Allí nos recibió hoy a mi y a Rebecca Simpson, que me acompaña en esta ocasión.

Me contó Gürsel sabrosas anécdotas del Bazar y me puso al día sobre algunas cuestiones políticas del país. Aproveché también para hacerme con unas cuantas siluetas del Teatro de Sombras del Karagöz, del que es un gran entendido y promotor. Me dijo algo que no sabía: el hecho de que las cofradías sufís de los derviches utilizaron el teatro de sombras hasta bien entrado el siglo XVIII para enseñar a los aprendices que eran iniciados en los místicos saberes. Está buscando documentación sobre el asunto y tiene pensado reproducir textos y siluetas tal como se supone eran utilizados para este fin.

(Figura de Albanés, personaje del Teatro de Karagöz)

Un encuentro que debe realizarse en noviembre de nuevo en Estambul, organizado por Cengiz ozek, sobre el tema de Karakoz, podría ser idóneo para presentar esta primicia de la que nadie hasta hoy me había hablado. Adjunto un par de fotografías hechas en la tienda de Gürsel Bulut.

lunes, 16 de mayo de 2011

El Festival de Estambul


(Centro de Títeres de Cengız Ozek)

Las Rutas de Polichinela me han trasladado de Valderrubio, Granada, directamente a Estambul. La razón es que he sido invitado al festival de marionetas que dirige mi amigo el actor y sombrista de Karakoz Cengiz Ozek.

Conozco bien esta ciudad, a la que voy visitando con una cierta regularidad desde mi primera estancia en el año 1973, cuando la vieja Constantinopla todavía mostraba sus rasgos más antiguos, elegantes y decadentes, con sus viejos taxis colectivos que parecían barcazas navegando por las calles llenas de un tráfico alborotado pero lento y más o menos transitable. Recuerdo que llegué en barco –el Akdeniz, uno de los dos barcos que hacía la ruta Barcelona-Estambul en seis días, haciendo escala en Marsella, Génova, Nápoles y Atenas; el Karadeniz hacía lo mismo pero en vez de Atenas, paraba en Alejandría– y la ciudad, con el bullicio callejero repleto de gente y de un sinfín de portadores, de vendedores de agua y de otras mercancías a cual más insospechada, me impresionó profundamente. El puente Gálata era aún de madera –se quemó más tarde y fue substituído por otro de cemento–, y ya en aquel primer viaje hice unas amistades que han durado en el tiempo hasta hoy, lo que no deja de ser harto insólito.

(Karakoz convertiıdo en burro)

Más tarde conocí a Cengiz Ozek, quién me abrió las puertas al conocimiento del teatro de sombras turco de Karajoz, del que Cengiz es un reconocido maestro. Empeñado en promover el arte de los títeres, Cengiz organiza desde hace años este festival que año tras año ha ganado a pulso fama y reconocimiento internacional. Este año participan unas veinte compañías y se realizan más de sesenta actuaciones en diferentes teatros y barrios de la ciudad.

Respecto al proyecto de mis Rutas de Polichinela, debemos relacionar Estambul con el personaje de Karakoz y del teatro de sombras que lleva su nombre. Un personaje que a pesar de no pertenecer ni al linaje de Pulcinella ni a la técnica del títere de guante, guarda ciertas similitudes con la máscara napolitana y con su espíritu dramatúrgico: actitud burlesca, desparpajo en el hablar, crítica social, recurso al disparate surrealista, etc.

(Cengız Ozek con Karakoz)

El día 11 hice dos representaciones en el Pera Museum y hoy he dado una conferencia en el Departamento Teatral de la Universidad de Artes Sahne Dekorian.sobre la relación títeres y ciudades y el proyecto de Rutas de Polichinela.

En sucesivas entradas iremos comentando espectáculos y otros aspectos de mi estancia en Estambul.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Éxito redondo del Rinconcillo de Cristobica


(Títeres de Bruno leone)
No podía ser de otro modo, dada la calidad artística y humana de los participantes. Hubo, en efecto, unanimidad entre los presentes de que el evento organizado por la Diputación de Granada bajo la dirección de Enrique Lanz y Jaznibel Martínez, y con el equipo encabezado por José Manuel garcía Ávila, Nadia Zumelaga y Pilar Aguado, consiguió unos ambientes de intercambio y de convivencia raramente alcanzados por otros festivales. Las dimensiones pequeñas del encuentro más el sosiego de la organización propiciaron el marco adecuado para este clima de diálogo e intercambio que las distintas funciones llenaron de interés y contenido. Tal vez otros festivales llegan más lejos en número de espectáculos y en alardes de convivencia festiva, pero pocos alcanzan estas dimensiones de comunicación humana.

Muchos fueron los temas tratados, y desde muchos puntos de vista distintos. Siendo la temática muy concreta -el teatro de títeres popular de guante-, las propuestas presentadas fueron muy diferentes, lo que abrió un campo de contenidos francamente amplio. La figura emblemática y entrañable de Bruno Leone, maestro del Pulcinella napolitano, ocupó un merecido centro gracias a su generosidad en las improvisaciones ofrecidas y en el mismo taller brillantemente realizado con niños de Valderrubio. Una presencia que fue creativamente contrapunteada por las aportaciones de los otros artistas participantes en el Rinconcillo.

(Eder de Pavia y Enrique Lanz con un títere del primero)

Los espectáculos brillaron cada uno según su estilo y particularidad. Eder de Pavia, mamulengueiro que trabaja en solitario, rompió el hielo al ofrecernos un magnífico espectáculo en el que se incorpora la actuación del titiritero que ofrece sus servicios en la calle con la ayuda de un muñeco de ventriloquía. Música, rítmica manipulación y graciosas improvisaciones en una interacción constante con el público fueron las características principales de este trabajo honesto y sencillo, bien cargado de la complejidad de lo humilde cuando éste se presenta con toda su potencialidad latente. Se le nota a Eder una preparación técnica adquirida en la práctica con los distintos maestros con los que trabajó, a la que debe sumarse su formación más académica en el Institut de Charleville. Espontaneidad y frescura de una propuesta que nos trasladó al corazón del Brasil más entrañable.

Paz Tatay, madrileña pero instalada en Toulouse, Francia, presentó "La muerte de Don Cristóbal". ¡Por fin un Polichinela español creado por una titiritera, es decir, por una mujer! Se inspira Paz en las distintas tradiciones europeas, tomando los aspectos que más le han interesado de ellas, pero siempre desde la fidelidad al carácter del personaje: un viejo enamorado del dinero, capaz de cualquier cosa para conseguir sus objetivos, pues así es el Polichinela español, canalla y ruín como el que más. Lo importante, sin embargo, es que Don Cristóbal acaba despertando nuestra simpatía -no hacerlo sería recrearse en su maldad congénita-, sobretodo por su actitud vitalista a ultranza, que lo lleva a desafiar y a vencer a la misma muerte, como la tradición manda. Impresionan las voces de Paz, que va de los agudos a los graves más profundos, así como una manipulación muy refinada, propia de su acusada sensibilidad. La muerte es substituída aquí por una vieja que parece un alter ego femenino del mismo Don Cristóbal. Un trabajo riguroso y divertido que ya tiene  una segunda parte. Esperamos poderla ver pronto.


(Erica y David, del Théâtre du Petit Miroir, y Jaume Feixas)

Fue un placer tratar de nuevo con el Théâtre du Petit Mitoir que dirige desde hace años Jean Luc Penso. Una compañía veterana que rescató en su día una de las más viejas tradiciones de guante de un maestro de Taiwán y que desde entonces no ha cesado de perfeccionar y refinar sus es
pectáculos. Dio la casualidad de que Le Petit Miroir inauguró en noviembre de 1984 el Teatro Malic del que fui director y fundador, siendo suya la primera obra que se representó en su escenario. Recuerdo muy bien el ritual que hizo Jean Luc Pensa para bendecir el nuevo espacio. Creo que funcionó. Todo ello explica la ilusión que me hizo reencontrarlo tras tantos años y verlo en plena forma y acompañado de un equipo entregado a la labor. Su representación nos trasladó a la vieja China de ancestrales tradiciones, con la atractiva música que avanza a golpes de gong y a ritmo de batallas, vuelos, conjuros y transformaciones. Un enorme placer para mi y para el público que asistió a la función.

(Títeres de la familia Vergés)

Titelles Vergés, la centenaria compañía catalana que en 2010 cumplió cien años de existencia (para los que necesitó tres generacion de titiriteros siempre en activo), presentó “El retorno de los títeres”. Un título en apariencia inocente, pero que contiene claros dobles sentidos:  ¿de dónde regresan los títeres de la familia Vergés sino del pasado, dónde tuvieron que refugiarse durante la oleada de pedagogismo de los años 70 y 80, cuando la cachiporra fue proscrita de los escenarios? Haber cumplido cien años parece otorgarles licencia para retomar el hilo que dejaron entonces, aunque en realidad nunca lo dejaron del todo, pues la familia siguió trabajando desde el silencio de los bolos de oficio. Regresan ahora con homenajes y reconocimientos, y con un elenco de títeres que constituye una de las mayores y más impactantes colecciones de marionetas vivas y antiguas del país. En el Rinconcillo presentaron una muestra de su trabajo que se caracteriza por el dominio de las voces, de la difícil manipulación de unos muñecos de madera que casi llegan al kilo, y por la ingenuidad de una historia que nos habla de otras épocas y otros referentes. Un esfuerzo que el público premió con agradecidos aplausos.

Toni Rumbau –es decir, un servidor– presentó su espectaculo “A Manos Llenas” en Fuente Vaqueros para escolares, con muy buen acogimiento. Lo mismo cabe decir de la función realizada en Valderrubio, para todos los públicos, con la emoción añadido de actuar en la misma casa dónde vivó años de su adolescencia el poeta Federico García Lorca.

(Retablo de Bruno Leone)

Bruno Leone, ya antes citado, presentó dos espectáculos distintos. El primero, basado en improvisaciones, nos presentó a Pulcinella metido en un manicomio cuyo director no era otro que el psiquiatra Bin Laden. Consigue éste poner la camisa de fuerza al héroe napolitano, aunque al final y gracias a la ayuda de dos mujeres del público, es liberado y, tras no pocas peripecias, “pone orden” en el manicomio. La segunda representación mostró a un Pulcinella más clásico, aunque siempre abierto a las novedades y a la intervención del público. Fue un placer ver a Bruno convertido en un Pulcinella con su máscara y su gorro característico, meterse por entre el público, dialogar con los espectadores y cantar viejas y nuevas canciones, algunas de ellas improvisadas la noche anterior. Hizo alarde el titiritero de un estado de gracia por el que se siente con la suficiente libertad para hacer con la máscara y con el títere de Pulcinella lo que le viene en gana, sin cortapisas ni correcciones, mostrando una fidelidad exquisita al carácter entre libertario, poético, salvaje y refinado del personaje.

Finlamente, el Professor Rod Burnet nos deleitó con un espectáculo de Punch and Judy de impecable factura como suele ser habitual en su trabajo. Voces exquisitas, bromas a la española –lleva años adaptando los gags y las palabras al público español-, una dulcificación no carente del necesario salvajismo en el tratamiento acanallado del protagonista, un uso moderado de la cachiporra y de la máquina de hacer salsichas, y una manipulación precisa bien dotada de rigor británico. Su teatrillo, plantado en el escenario como si se encontrara en plena playa de Brighton, lució sus colores blanquirojos así como la acostumbrada iconografía popular del más puro estilo Punch. Un clásico siempre puesto al día.

Seríamos infieles al espíritu de esta crónica si no comentáramos la ópera “El Retablo de Maese Pedro”, representada con marionetas gigantes en una buena parte de la red de teatros de ópera de España y algunos de fuera del país a cargo de la compañía Etcétera, con dirección de Enrique Lanz. Y lo digo porque aunque no se representara en Valderrubio, sí estuvo presente en el espíritu y en las conversaciones del Rinconcillo, teniendo en cuenta además que fue en el contexto de la Tertulia del Rinconcillo dónde nació esta idea de colaboración entre Falla y Lanz, así como otras muchas para aunar títeres, música y poesía. Una puesta en escena, la de Etcétera, de las que marcan época y se quedan para ser recordadas, pues pocas veces se obtienen cotas de tanta altura, físicas y artísticas, como las alcanzadas por Enrique. Una obra que de alguna manera cierra un ciclo, el que inició su abuelo y Falla, y que sin duda inicia otro, tras haber rendido cuentas con el pasado y el nieto consigo mismo. Un ciclo en el que tanto Enrique Lanz como Yanisbel Victoria Martínez tienen tantas esperanzas como ilusiones depositadas. ¡Que la suerte les acompañe!

Más info sobre el Rinconcillo de Cristobica aquí.

sábado, 7 de mayo de 2011

En el ombligo polichinesco de España.


Creo merecido este título al evento en el que me encuentro, llamado Rinconcillo de Cristobica. La razón principal es la alusión al círculo o tertulia del Rinconcillo (entre cuyos participantes estaban Lorca, Falla y Lanz, como se dijo en anterior texto), que se conjunta con el lugar dónde se desarrolla el encuentro: Valderrubio y la casa que la familia Lorca tenía en esta población, a 4km escasos de Fuente Vaqueros, el lugar dónde nació el poeta.

Estar en estas tierras tan estrechamente ligadas al poeta granadino es estar junto a quién dio altura y una identidad precisa al personaje titiritesco de Don Cristóbal Polichinela. Una figura harto oscura, por su propia naturaleza de ser ruín e impresentable, y por lo poco que se sabe del mismo en su versión titiritil anterior a Lorca. Que en este lugar emblemático se desarrolle un festival (o mejor un "encuentro", como prefieren llamarlo sus organizadores) centrado precisamente este año en el teatro de títeres popular de la línea polichinesca, hace que Valderrubio y el Rinconcillo pueda proclamarse durante estos días capital mundial del polichinelismo español. Que asistan, además, personas como Adolfo Ayuso, uno de los principales entendidos en la materia, Bruno Leone, reconocido maestro napolitano del Pulcinella, Paz Tatay, prestigiosa cultivadora del género del Don Cristóbal, Sebastià Vergés, la más veterana de las compañías españolas -cumplió 100 años hace poco-, el experto mamulenguero brasileño Eder de Paiva de Rio Branco Acre, el clásico "Théâtre du Petit Miroir" de Jean Luc Penso, que recuperó con enorme maestría la más señera tradición del títere popular de Taiwán, o el reputado Professor of Punch and Judy Rod Burnet, hace que el encuentro sea de lo más estimulante. Sobretodo porque Enrique Lanz y Yanisbel Victoria Martínez, los dos artífices del Rinconcillo, pretenden convertirlo en un lugar de desayunos, almuerzos y discusiones, además de espectáculos.

Hoy mismo, en los cafeses del almuerzo, discutimos Adolfo Ayuso, Enrique Lanz, Eder de Paiva, Paz Tatay, Jaume Feixas y yo mismo, sobre el personaje del Don Cristóbal español. Decía Paz que para ella era un arquetipo de vitalidad, un elemento catártico que la permitía hacer lo que no se puede por abvias razones de salubridad pública. Su Don Cristóbal es así una especie de "alter ego" que funciona a modo de eficaz válvula de escape y que le permite desarrollar un teatro de títeres fresco y deshinibido. Yo me preguntaba si no habría que replantearse un día las características del personaje, pues si en el siglo XVI y XVII, la máscara napolitana encarnó los deseos de afirmación libertaria e individualista del Renacimiento, ayudando a democratizar las nuevas ideas en el imaginario popular de las ciudades europeas, hoy en día, que nos encontramos en una clasísima etapa de cambio cultural -por no decir civilizacional-, me preguntaba si no sería bueno buscar nuevos atributos, que sin perder ni negar su elemento liberador, catártico y de afirmación de la soberanía personal, encaje en las necesidades de una época que precisamente está poniendo en cuestión las afirmaciones estrechamente egotistas del "todo vale". Por supuesto, acabamos defendiendo todos los presentes que por encima de las consideraciones de tipo sociológico, lo importante es el elemento catártico y liberador del personaje y de su práctica. También hay que recordar que estas figuras oscuras y ruínes cuando son jugadas con títeres, se convierten en inocentes personajes cuya gracia trasciende su canallismo -tal como, por otra parte, decía el mismo García Lorca al hablar de Don Cristóbal. De alguna manera, puede decirse que los actuales practicantes del Polichinelismo, y entre otros los presentes en el Rinconcillo, ya están realizando este trabajo de enriquecer al personaje con nuevas facetas del mismo.

También se habló de las escuelas de títeres. Aquí se plantea la clásica pregunta: ¿pueden existir escuelas de titiriteros? Creo que la respuesta fue doble: por supuesto que sí, si se enseñan las herramientas básicas del teatro; pero a su vez, el títere tradicional debe aprenderse con la práctica y a partir de maestros, como se ha hecho siempre. Cada uno explicó aquí sus experiencias sobre el tema.

Por cierto, que puestos a defender esta capitalidad polichinesca antes mencionada, esá la circunstancia de que Enrique Lanz, director artístico del Rinconcillo, sea el nieto de quién hizo todos los títeres de García Lorca, Hermenegildo Lanz, quién conspiró con el poeta y con Falla para los posteriores trabajos del trío centrados en las marionetas.

Mañana, un desayuno con Eder de Paivay y por la tarde y noche, más funciones.

lunes, 2 de mayo de 2011

El Rinconcillo de Cristobica

Muy afortunado me considero de acercar mis Rutas de Polichinela al Festival "El Rinconcillo de Cristobica" que se celebra en Valderrubio, dónde he sido invitado para participar con "A Manos Llenas". Me dará la ocasión de acercarme a la tradición titiritera andaluza, de la que se inspiró García Lorca para el desarrollo de sus obras sobre Don Cristóbal. No en vano el director del Festival, Enrique Lanz, miembro fundador de la histórica compañía Etcétera de Granada, es el nieto de Hermenegildo Lanz, artista que construyó todos los títeres usados por Federico García Lorca.
El nombre del Festival está inspirado en la Tertulia del Rinconcillo que se celebraba en Granada, en el café Alameda de la Plaza del Campillo, actualmente ocupado por el restaurante Chikito, y de la que García Lorca fue uno de sus principales impulsores. Citamos un artículo de Juan Luis Tapia, publicado en Ideal.es:
"Al grupo, además de los hermanos Federico y Francisco García Lorca, se sumaba Melchor Fernández Almagro, Antonio Gallego Burín, Miguel Pizarro Zambrano, el filólogo José Fernández-Montesinos, José María García Carrillo, Fernando de los Ríos, el arabista José Navarro Pardo, Manuel Ángeles Ortiz, Ismael González de la Serna, Hermenegildo Lanz, Juan Cristóbal, Ramón Pérez Roda, Luis Mariscal, Ángel Barrios y un jovencísimo Andrés Segovia. El compositor Manuel de Falla también frecuentó aquellos encuentros, aunque en muy pocas ocasiones porque era un maniático de los ruidos. Otro de los más veteranos de aquel jovencísimo grupo era el socialista Fernando de los Ríos, quien fuera ministro de Justicia e Instrucción Pública, y una especie de tutor de los hermanos García Lorca."
Dedicado cada año a una especialidad diferente del teatro de marionetas, este año está centrado en el títere de guante, con compañías procedentes de Brasil, Cataluña, Francia, Inglaterra, e Italia. Cito el texto de presentación del programa del Festival:

"Desde Barcelona llega la centenaria compañía Sebastià Vergés, que tras tres generaciones de titiriteros, mantiene viva la tradición del guante catalán. De esta misma ciudad, Toni Rumbau, uno de los fundadores de La Fanfarra, presenta un espectáculo que conjuga el guante popular con el lenguaje de las sombras. Se presenta un Don Cristóbal irreverente, mordaz, y aunque viene de Francia tiene acento español, pues el grupo Pelele lo dirige la madrileña Paz Tatay. También del país galo pero con impronta china es el Théâtre du Petit Miroir, de Jean Luc Penso, discípulo directo del legendario maestro taiwanés Li Tien Lu, de quien aquel aprendió el guante refinado y acrobático de esta zona de Asia. En esta cita no podía faltar el caústico Punch, que llega desde Inglaterra de la mano de Rod Burnett, de Storybox Theater, a pegar porrazos junto a su compañera Judy. Su primo Pulchinella, grita y ríe a ritmo de lengüeta, a través de Bruno Leone, emblemático representante de la tradición del guante napolitano. Eder de Paiva, de la compañía Jatoba, nos acerca al mamulengo de Brasil en un espectáculo que mezcla héroes populares negros con ventriloquia y música de este país latino."
Una cita pues ideal para este blog de Rutas de Polichinela. Del 5 al 8 de mayo, en Valderrubio (Granada).